Érase un hombre a una oreja pegado,
érase un pabellón auditivo sin oído,
érase un apéndice deslucido,
érase un Dumbo desperdiciado.
Érase un circuito mal diseñado,
érase una cóclea sin fluido,
érase un viejo calcetín zurcido,
érase un murciélago desorientado.
Érase un tímpano en galeras,
un horizonte de tapias coronadas,
del Gran Sordo aprendices pasajeras.
Érase, en fin, una oreja de ondas estrelladas,
un latir de voces sin banderas
un estertor de escalas fracasadas.
